Reflexiones
Nicolás Pousthomis
2º Encuentro de ARGRA Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina, Alta Gracia, Córdoba, Argentina. Abril 2013
Las palabras que usa son difíciles de reproducir pero él sin embargo, con dedicación, las repite siempre.
Por ejemplo muñeca, que es la palabra que más usa para decir comodidad técnica.
Eduardo Gil es un fotógrafo al que le asusta mucho el oficio. Poca gente ama tanto la fotografía como él pero hay que ver a la vez cómo le huye.
La muñeca es esa parte del cuerpo que está entre el corazón que apunta, la cabeza que gatilla y el ojo que dispara.
Después de estos 3 órganos volátiles está la muñeca que sostiene la cámara, acomoda el ángulo, controla la toma y la hace aburrida.
Si Eduardo Gil te dice que tenés mucha muñeca, lo podés tomar al principio como un halago pero te está diciendo que tenés un problema: haces buenas fotos, resolvés bien una situación pero no te enfrentas a tu angustia.
Angustia es otra palabra incomoda que suele usar. Angustia vivificante y productiva, angustia creativa, angustia elemental.
Su modo de entender la fotografía es completo y sin fallas; su obra se hizo con trabajo, conocimiento, compromiso y honestidad pero eso no lo dice; él dice angustia.
Eduardo Gil siempre separa la producción personal del trabajo.
Dice estar agradecido a la fotografía de prensa pero que su arte es contemporáneo y documental.
Una obra no se hace en una foto, es una trayectoria.
La producción fotográfica de Eduardo es diversa e intensa; recorre caminos inciertos para construir la obra.
Cultiva la incertidumbre hasta el punto de no saber si va a volver a tomar alguna vez foto que de verdad le interesen. Dice eso textual y cuando lo hace, se hace silencio en la ronda.
Estamos en las Sierras de Córdoba, acabamos de salir de un aula del complejo turístico Evita donde se está llevando a cabo el segundo encuentro de reporteros gráficos de la República Argentina y armamos una ronda en algún lugar tranquilo del parque.
15 fotógrafos se acomodan y tratan de reponerse después de 2 horas de proyección por el recorrido de la obra de Eduardo Gil.
Lo que sigue es un momento de reflexión compartida, una inspiración colectiva. Ahora nos queda expirar.